Apenas serían las seis de la mañana. Sobre la barra del bar Vega el café empezaba a enfriarse. Las tostadas lo habían hecho ya. Un hombre salió del baño y se sentó en la banqueta que había enfrente del caduco desayuno. Acabó de leer el periódico y lo cerró. Pagó al camarero.
Mientras caminaba hacia su coche, se iba fijando en las pocas luces que pintaban la calle que le llevaba hasta el aparcamiento. Metros antes de llegar al automóvil sacó un pequeño mando y en pocos segundos se oyeron unos leves pitidos que procedían de un par de hileras más atrás.
Giró la llave y el motor contestó con un rugido. Dio marcha atrás y metió primera. Conducía, pero se concentraba más en intentar sintonizar una emisora en la radio. Música clásica, programa, tertulia, más música, informativo nacional, más tertulia, noticias locales. Parecía que era esto último lo que buscaba y, satisfecho, prestó algo más de atención al volante y la carretera.
-¡Bos días Santiago! Son as seis corenta e seis minutos dunha gris mañá neste vintetrés de xaneiro. Comezamos deseguida, pero antes, os titulares:
O goberno da Xunta aproba a inversión de máis capital en investigación, as facultades de Vigo e Santiago serán as principais receptoras destes fondos.
A Garda Civil atopa ás aforas de Bertamiráns un furgón con matrícula falsa cheo de material médico e outros aparellos quirúrxicos.
Soamente quedan dúas semanas para que chegue á cidade Meeegrans. O concerto do famoso grupo do norte de Europa celebrarase no Monte do Gozo.
O Celta afronta o liderato da táboa clasificatoria da primeira división mentres que o Deportivo segue inmerso dunha crise da que non parece dar saído.
Ben, xa estamos deee....volta con vostedes para comentar máis aaaa...fondo as novas que.....¡Agarden! acabame de chegar un teletipo que nos informa de que esta pasada madrugada, tivo lugar na praza do Obradoiro un estraño suceso do que todavía non temos moitos datos, conectamos coa nosa unidade movil. ¿Bea?
Hola Xurxo, pois aquí no obradoiro a policía satura a plaza. Non sabemos exactamente que pasou. Algunhas persoas falan de un posible ataque terrorista a un dos grandes pilares cristianos como é a nosa catedral.......-
Set Artur, apagó la radio.-¡Para escuchar hipótesis estúpidas ya tengo a mi madre!- pensó mientras divisaba un hueco para aparcar. Metió un último acelerón y con un solo giro de volante aparcó su casi recién estrenado Celica negro a un lado de la calzada. Salió apresurado y caminó hacia unas escaleras de piedra y apuntando sin mirar con su mano derecha al coche, disparó. "Pwip, Pwip". El coche quedó cerrado.
-Ataques terroristas, ataques terroristas.....- Empezó a subir las escaleras y escuchó una voz que le resultaba vagamente familiar...
-¡Pues en efecto...! Las posibles bombas de antimateria y antrax podrían estar escondidas en el sepulcro del Apóstol y los terroristas podrían ser de diversas nacionalidades.....-
Subió los dos últimos peldaños de un salto y allí la vio, sentada en la antigua muralla. Era una joven de unos veintiséis años, aunque apenas aparentaba llegar a la mayoría de edad. Su pelo era rubio y tres mechas de un azul intenso lo ornamentaban. Soltaba sandeces por un teléfono inalámbrico antiguo mientras buscaba algo en su bolso.
A medida que Set dejaba atrás a la reportera, su mirada se centró en las docenas de agentes que había tras el cordón policial. Algunos curiosos se amontonaban para cuchichear y no había demasiados periodistas.
Se acercó a uno de los policías que vigilaban que nadie no deseado cruzara el blanquiazul cordón que marcaba la entrada a la zona de sirenas y uniformes.
-Disculpe agente, ¿Que ha sucedido?-
-Pues al parecer, un par de jonquis, líos de drogas...
Set miró al policía a los ojos y esbozó una sonrisa. Lentamente apartó la chaqueta de la zona de la cintura y quedó a la vista una brillante placa dorada enganchada en su cinturón.-Ya, ¿y la versión extraoficial?- Dijo con tono jocoso.
El agente levantó la cinta y agachándose, Artur pasó al centro de la plaza. Un gato negro se coló entre las piernas del detective.
-¡Joder!, lo que me faltaba- Aunque no lo había dicho muy alto, se había oído con claridad.
La dueña intentó entrar a por el, pero varios agentes se lo impidieron. -Señor, señor, mi gatito, ¡por favor!- El detective le hizo un gesto y le dio a entender que tendría que esperar un rato y comenzó a caminar hacía donde se encontraba el grueso de los agentes reunidos bajo la catedral. A medida que se acercaba, veía con más claridad el intenso color granate de la sangre derramada sobre las antiguas piedras sobre las que pisaba.
-Detective Artur, homicidios. ¿Que tenemos?
-Nada.- Contestó un hombre de pelo claro al que le faltarían pocos años para cumplir los cincuenta.
-¿Perdone....?-
-Oh, perdón- Sus mejillas se sonrojaron- Inspector Andrés Marque- Dijo enseñándole su identificación.- Varón blanco, de unos treinta. Unas seis horas muerto. Sin D.N.I. ni ningún otro documento por el que lo podamos identificar. Junto al cadáver encontramos esto- El inspector sacó una bolsa en la que había un teléfono y una carpeta con las siglas de la Universidad de Santiago de Compostela -También hemos encontrado un par de casquillos de una nueve milímetros. Confiamos en encontrar las balas en el interior del cadáver- Sentenció Marque.
El silencio se hizo dueño de la plaza durante unos minutos. Marque parecía nervioso, pero el detective Set Artur parecía inmerso en la más profunda de sus cavilaciones. Murmuraba frases incoherentes mientras analizaba minuciosamente la escena.
-¡Es imposible que solo dos balas hayan causado esta carnicería! ¡Mire a su alrededor! Sangre, sangre, sangre....- Indicó Artur señalando los puntos cardinales con su dedo índice, en el que brillaba un anillo plateado que adornaban extraños símbolos.- ¡El cuerpo de la victima tendrá que estar destrozado como mínimo!- Fijó su vista en su compañero.
-Bueno, es...es curioso. He llegado aquí hace algo más de dos horas. He sido de los primeros y apenas me ha dado tiempo a ver como se lo llevaban.
-¿Como?¿Quien se lo han llevado?- El tono tranquilo de Set se tornó en enfado.
-Pues eran cinco. Dos de ellos iban trajeados, muy elegantes.¡Incluso llegué a pensar que podían ser del F.B.I....jeje, ¡que cosas!...-
-Prosiga- Interrumpió Set, impidiendo que Marque se fuera por las ramas.
-Los otros eran médicos. Decían que debían practicarle ciertas pruebas al cadáver para comprobar si era portador de no se qué enfermedad. Intenté impedir que se lo llevaran, ¡se lo juro!. Pero fue entonces cuando uno de esos figurines sacó una orden que les permitía trasladar al muerto de inmediato a las instalaciones sanitarias pertinentes para....-
-¡Joder!¡joder, joder, joder!- Metió la mano en el bolsillo y sacó un cigarro. Se quedó pensativo varios segundos mientras encendía el pitillo. Le dio la primera calada. Y rápidamente dos más.- Bien, vamos a hacer lo siguiente: que nuestro equipo busque en la plaza cualquier pista relacionada con esos hombres. Por lo menos hasta saber si decían la verdad. Que se analice el móvil y la carpeta. Adjunte esos resultados al informe del caso y démelo en cuanto lo tenga. Quiero saber el qué, quién, como y por qué de lo que ha pasado de madrugada en esta plaza.-
-Bien- Asintió Marque
-A la prensa tranquilizadla. Que no empiece a sacar conclusiones que puedan dificultar aún más de por si esto. Decid que ha sido un ajuste de cuentas por drogas o algo así-
-Quizás haya sido eso. Quizás más macabro de lo normal- Sus palabras no se las creía ni el.
-Puede- Dijo Set siguiéndole la corriente. -Cualquier cosa antes de que se filtre a la prensa que nos han robado un cadáver delante de nuestras narices- dijo en tono rotundo. -
-Lo siento señor-
-No ha sido su culpa- Dijo entregándole una tarjeta. -Este es mi número, llámeme si hay alguna novedad. No importa la hora.- Y comenzó a andar por donde había venido. Nada más darse la vuelta, cientos de flashes blanquearon la morena tez del detective.
-Mierda- Exclamó mientras veía cada vez más cerca a una multitud de periodistas armados con cámaras, papel y boli. -Ya sabe lo que ha de decirle a esos buitres- e intentó hacer mutis por el foro mientras que Marque lidiaba con los carroñeros, pero antes de que le diera tiempo a escabullirse, una voz se escuchó en toda la plaza.
- ¡Mi gatito! por favor....-
Artur dio media vuelta y fue a por el minino.
-Cuéntenos inspector, ¿ha sido un ajuste de cuentas?-Preguntó un joven con sombrero gris, mientras comprobaba que su bolígrafo funcionara.
-Pues aún es muy temprano para hacer conjeturas, pero esa es la principal línea de investigación que seguimos....- Informó Marque.
-¿Se sabe ya quien es la víctima?- Preguntó otra voz entre la multitud.
-Pues todavía no, pero no descartamos que sea un drogadicto y que efectivamente todo sea un ajuste de cuentas, y con esto les dejo.-
Pero antes de poder darles la espalda, la misma voz preguntó- ¿entonces la carpeta de la universidad que encontraron cerca del cadáver no tiene nada que ver?-
Dos gotas de sudor frío recorrieron el viejo rostro del inspector antes de que la jauría empezara devorarle.
-¿Un estudiante? ¿Un profesor? ¿De que facultad?....- Marque tragó saliva.
A Set le había costado atrapar al gato, pero lo había conseguido. Y parecía haberse ganado la confianza del animal. Desde que lo cogiera entre sus brazos, el gatito ronroneaba y le lamía con su áspera lengua las manos. Con la mirada buscaba a la dueña, pero entre los curiosos, las cámaras y los coches no conseguía distinguirla entre la multitud.
Mientras, Andrés intentaba contener a los reporteros como podía. Set, se le acercó con el gato en brazos y se lo dio. -Hay una señora que lo está buscando, intenta encontrarla- Marque obedeció.
-Señores, no hay más declaraciones, así que si me disculpan....-
-Una última cuestión detective Artur...- Con estas pocas palabras consiguió atraer la atención de Set, y prosiguió -¿Es cierto que les han robado el cadáver de la víctima?- Y con estas palabras, el misterioso hombre abrió la Caja de Pandora. Todos los periodistas se abalanzaron sobre Set y empezaron a acribillarle a preguntas impidiendo que pudiera caminar hacia la misteriosa silueta que se alejaba poco a poco a plena luz de una gris mañana.
-¡Detengan a ese hombre! ¡No dejen que se escape!- Desenfundó su arma y se abrió paso entre todos los reporteros.
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