La trama es una parte esencial de cualquier película, aunque ésta tiene que estar cimentada sobre unos buenos personajes, que son los que conseguirán nuestra empatía. Como ya he dicho en otras ocasiones, para mi, la sinergia entre estos dos elementos es fundamental a la hora de crear un buen guión.
Para aquellos que queráis empezar a escribir un guión y no sepáis exactamente cómo, a continuación os daré algunas pautas para que empecéis a encauzar vuestras ideas.
Casi cualquier historia narrativa, es la andanza de un individuo que quiere conseguir algo, y en su camino ha de superar diversos obstáculos. Parece demasiado simple, pero no hay más. Ahí tenéis vuestro punto de partida. Una vez que sepáis quién es vuestro personaje, lo que quiere y lo que se lo va a impedir, deberíais adaptarlo a la siguiente estructura:
-Primer acto: Presentación de los personajes y del contexto. En él se irán mostrando los elementos que darán pié al conflicto, que romperá la rutina del protagonista. Acaba con el primer punto de giro.
-Segundo acto: El conflicto se intensifica y nuestro protagonista ha de superar los obstáculos que le separan de su objetivo. Es el acto de mayor duración, y acaba con el segundo punto de giro, que normalmente es cuando parece que el protagonista no va a lograr su objetivo.
-Tercer acto: Desenlace del conflicto. Normalmente es el acto más breve, pero también con más tensión. Su punto más álgido es el clímax.
Como podéis ver, es una estructura muy clásica, reconocible en historias de la mitología o en los cuentos de los hermanos Grimm. Y aunque se puede alterar cambiando el orden de los actos, jugando con saltos temporales o ocultando información al espectador, en una línea cronológica, seguiría siendo así.
Quizás a muchos no os haya contado nada nuevo, pero repensando la trama y jugando con todos los elementos a nuestro alcance como guionistas, podemos ahorrarnos futuros problemas a la hora de enfrentarnos al tercer acto, que particularmente creo, que siempre será el más difícil de escribir, ya que es dónde el espectador tiene puestas la mayor parte de sus expectativas. Si no se está a la altura de la expectación creada, uno puede darse por muerto.
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