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Me llamo Rafa Ruiz. Soy guionista e intento ser director de cine. Soy una persona que ha crecido en los 90. Tengo demasiados pensamientos en la cabeza, y quiero compartirlos con vosotros y a la vez conocer los vuestros. El arte se crea entre todos

martes, 22 de mayo de 2012

VAQUEROS DEL SIGLO XXI

Hace 5 años, los hermanos Coen fascinaron a crítica y público con un relato pausado, sombrío y falto del humor que caracteriza a todas sus obras. Adaptación de la novela de Cormac McCarthy publicada en 2005 con el mismo título, No es país para viejos se alzó con 4 Oscars de la academia (Mejor Película, mejor Director, Mejor secundario y mejor guión adaptado). No es de extrañar. A la academia le gusta todo lo que huele a cine clásico, y la película de los Coen lo rebosa por los 4 costados. Y es que en el fondo, ¿qué hay más clásico que un western? Los años dorados de Hollywood deben algunos de sus mayores éxitos a este género, y es que en el fondo, No es país para viejos no es más que una historia clásica de western trasladada a la frontera Mexicana en la década de los años 80. En ese paraje encontramos a Llewelyn Moss, (Josh Brolin) cazador de antílopes que descubre la escena de un crimen, con varios cadáveres, un alijo de heroína y 2 millones de dólares. Los parajes de la frontera estadounidense con la mexicana  son el marco perfecto para ambientar este western moderno y servir a la vez de nexo con las películas clásicas de vaqueros de maestros como John Ford o John Huston.
Drive sigue a un conductor, interpretado por Ryan Gosling, que de día es especialista de cine y por la noche se dedica a ayudar a escapar a atracadores de las escenas de sus robos. Todo cambia cuando el marido de una vecina con la que ha entablado amistad regresa a casa después de pasar una temporada en la cárcel.
No habrá paz para los malvados, película de Enrique Urbizu, nos cuenta la historia de Santos Trinidad (José Coronado), un policía de difícil personalidad y venido a menos que se toma la justicia por su mano.


Las tres tienen multitud de detalles en común entre ellas que las acercan al western, aunque pagando el precio de la modernización a nivel de estructura, tono y ritmo. Pero una de las peculiaridades más llamativas de todas ellas, es que en todas hay muy poco diálogo por parte de los protagonistas, cuatro lobos solitarios que expresan sus emociones con acciones y no con palabras. Tres antihéroes de libro pero con personalidades muy diferentes entre si.
Santos Trinidad era un héroe dentro de la policía nacional, pero en cierto momento dejó que la corrupción que había a su alrededor hiciera mella en él. Aún así, el quiere impartir justicia, caiga quién caiga. 
El personaje de Ryan Gosling en Driver es frío, calculador y con un lado oscuro, aunque de nobles intenciones y gran corazón que arriesga su vida para proteger a una familia. Llewelyn Moss es un veterano de guerra que encuentra la opción de abandonar su gris y rutinaria vida y huir con su mujer a vivir la vida que siempre quisieron. Pero aunque su propósito sea honrado, la avaricia y la pérdida del autocontrol hacen que no acabe como esperaba. 
Estas no son las únicas similitudes entre ellas. Todas tienen un ritmo pausado y con planos largos durante la mayor parte de su metraje, pero consiguiendo transmitir emociones muy intensas y de gran calado. 
Otro de los denominadores comunes de No es país para viejos y No habrá paz para los malvados es que narran dos tramas paralelas: una sigue a al protagonista y otra cuenta la historia de los policías que lo siguen.
Lo más destacable de Drive es la dirección de Nicolas Winding Refn y el tono que ha sabido imprimirle a la película. La composición de cada plano y la colocación de la cámara son simplemente extraordinarias. Además de unas magníficas de todos sus intérpretes. La banda sonora también es una gozada.
De No habrá paz para los malvados me quedo con el personaje de Santos Trinidad y con la soberbia interpretación de José Coronado. Amén del plano final de la película.
Y me sería muy difícil quedarme con solamente con una cosa de la película de Joel y Ethan Coen, porque es casi redonda. Lo único que se le puede echar en cara es un segundo punto de giro muy repentino, y la manera en la que está tratado. El antagonista, Anton Chigurh, encarnado por Javier Bardem, es uno de los malos más escalofriantes del cine de los últimos años. Pero sobre todo, el firme ritmo que le consiguen imprimir a un relato bastante lento, hace que la película se haga incluso corta y te quedes con ganas de más.

Para no ir cansándoos y que os quedéis con ganas de más, me despido. Esta vez, con una frase de Santos Trinidad y un póster de Drive.
"Rock & Roll"


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