Cada mes procuro como mínimo ir una vez a la semana al cine. Sobre todo hoy en día, que parece que el público ha perdido el gusto por ver las películas en la pantalla grande. Es algo que ni entiendo ni comparto. Soy un gran consumidor de cine en el hogar. Gracias a internet el público puede ver una gran cantidad de películas, pero a quién le guste un director, una determinada película, un actor o el cine en general, seguirá consumiendo su entrada, aunque después vuelva a ver la película en casa. Aunque el asunto del cine en internet es otro tema que me gustaría abordar más adelante, y contar con vuestras opiniones.
Pues lo que os estaba contando, que para mi, la experiencia de entrar en una sala de cine, sentarse en la butaca y dejarse llevar por la historia que nos proponen, es de las mejores sensaciones del mundo. Siempre y cuando la película acompañe.
Desde que volvía a Barcelona a mediados de enero, procedente de mis queridas tierras gallegas, he tenido la oportunidad de poder hacer un par de sesiones dobles en pantalla grande, y he de deciros que salí muy contento de todas ellas.
La primera película que vi, fue The artist, de Michel Hazanavicius, y he de decir (pecando de "original") que es maravillosa. Una obra de arte, valga la redundancia. No es porque sea muda y en blanco y negro (el colmo de lo "moderno"), pero que una película así sea un éxito de crítica y público como lo está siendo, en pleno siglo XXI, me parece muy digno de admiración, incluso de envidia. Pero esto es lo de menos. Detrás de esta película francesa se esconde un guión redondo y un equipo entregado por completo. La película narra la vida de un gran actor de cine mudo, que se ve condenado al fracaso cuando las películas comienzan a grabarse con sonido. Un argumento parecido al de Cantando bajo la lluvia, de Stanley Donen (1952), aunque menos alegre y menos colorista (hoy estoy que me salgo). Os la recomiendo encarecidamente. Uno de los protagonistas de la película es un perro, que actúa mejor que la mayoría del plantel actoral de Crepúsculo. Ha arrasado en los Globos de Oro, y presumiblemente, lo hará también en la gala de los Oscars, el próximo 26 de febrero. A destacar tres secuencias: Ella y la chaqueta, la pesadilla y los últimos 5 minutos. Sin palabras.
Después le toco el turno a Millenium I: Los hombres que no amaban a las mujeres, de David Fincher, oh, mi amado David Fincher, que volvía a la estética oscura tras la colorida (pero aburridísima) El curioso caso de Benjamin Button (2008) y a una historia más sombría que la de la espléndida La red social (2010). Y el resultado es ambiguo. A mi particularmente me encanta, pero conozco a gente que no opina para nada lo mismo. Quizás el contenido no está a la altura del continente. La labor de Fincher, Daniel Craig y Rooney Mara es impecable, pero quizás falle la historia por momentos, que no los personajes. La película tiene algunas de las imágenes más perversamente bellas que he visto en una pantalla de cine en toda mi vida. La mayoría de estas, han sido en películas de David Fincher, desde Alien3, pasando por Seven, The game o El club de la lucha. Personalmente, como relato, me gusta más un libro que se llama El hipnotista, de Lars Keppler, con un tono muy parecido pero con una historia más perturbadora si cabe. Aún así, el estilo de Fincher (no cobro cada vez que lo nombro) es tan elegante e hipnótico que cualquier altibajo de la historia es compensado con creces por parte del director y los actores.
Y como la cosa parecía estar ambientada en Europa, entró en escena el detective británico más célebre de todos los tiempos. Sherlock Holmes, de Guy Ritchie (2009) me había parecido una película de lo más entretenida. Un experimento poco ortodoxo pero efectivo de lavarle la cara a un personaje clásico para vendérselo a las nuevas generaciones (y a las antiguas también). Con sus más y con sus menos, la película de Ritchie posee más de los pros que de los contras de su estilo. En cambio, Sherlock Holmes, juego de sombras, me pareció (y nunca mejor dicho) más simple que elemental. La (más bien poca) intriga de la primera parte, aquí es mera superficialidad. Robert Downey Jr. parece interpretar a Tony Stark en vez de a Sherlock, y Watson esta vez es una mera marioneta que se limita a darle la réplica a Sherlock. Quizás me he cebado un poco, pero la película no está mal. La trama es bastante floja e incluso algo repetitiva en tema con otras películas del estilo. Pero el resto es bastante decente. Los diálogos entre Holmes y Moriarty, al igual que la actuación de Jared Harris (Fringe) encarnando a este último, son sobresalientes. Además, la escena de acción en la que los protagonistas escapan por el bosque mientras son literalmente bombardeados, es de un prodigio visual y de montaje asombroso. Podría decirse que Sherlock Holmes 2 es a la primera parte lo que Quantum of Solace a Casino Royale, . Quizás toda esta mala leche que derrocho contra esta película es por el hecho de haberme quedado con ganas de mucho más (y de calidad) después de ver la segunda temporada de Sherlock, la miniserie británica que lleva al personaje al presente. Una joya, con Benedict Cumberbatch (Warhorse, El topo, futuro villano de Star Trek 2...) y Martin Freeman (compañero de Ali G y futuro Bilbo Bolsón)
Y por último le tocó el turno a Ethan Hunt, el mejor agente secreto de todos los tiempos, encarnado por el actor más infravalorado (exagero un poco, ¿no?) de todos los tiempos. y es que si os soy sinceros, Mission Impossible, de Brian DePalma (1996), uno de los mejores thrillers de acción de la historia del cine, fue la película que me hizo querer dedicarme al cine, y eso que no hay ni muchos tiros ni muchas explosiones, Mission Impossible II, de John Woo (2000), el hombre que quiso hacer poesía visual entre balas, explosiones y hostias. En parte lo consiguió en la mayoría de sus películas. La poesía estaba ahí, aunque tu no la vieras, porque no entiendes de cine. Supongo que eso es lo que le dira John Woo a sus amigos. Yo se lo digo a los míos.
Perdonad si me extiendo tanto hablando del resto de películas de la saga, pero es que me tocan la fibra. Mission Impossible 3, de J.J.Abrahams (2006) pese a tener la factura más televisiva de todas ellas, es la más trepidante y divertida a mi parecer. Hasta que llegó Brad Bird (Los increibles, Ratatouille) que ha cogido lo mejor de cada una de las películas y ha conseguido la mejor de las secuelas. Por momentos algo más jamesbondiana de lo habitual en Mission Impossible, tiene algunas escenas de acción que en pantalla grande te dejan con la boca abierta. De par en par. Con Tom Cruise, Jeremy Renner o Simon Pegg, también hay algunas caras menos conocidas como Josh Holloway (Sawyer en Lost) o Michael Nyqvist (Millenium).
Espero que os haya entretenido/informado un poco más sobre alguna película que os interese ver. La mayoría de películas, se disfrutan más en pantalla grande.
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